UNA DANZA PECULIAR

Por alguna razón, que en un inicio desconocía, pasaba siempre horas y horas mirando a la gente en movimiento.A través de una continua observación de las personas llegué a la conclusión que un ser humano, en pleno dominio de su oficio, si realiza una actividad física, se parece de alguna manera a un bailarín.

  
Existen actividades aparentemente más «estéticas» que otras… y sin embargo, si persistimos en nuestra observación llegaremos a sentir cómo miles de oficios y tareas anodinas se transforman en un verdadero baile, lleno de sentimientos, emociones, expresandose con gritos silenciosos… a veces.

La d a n z a consigue una mayor intensidad cuando quien la realiza demuestra un dominio absoluto por haber repetido miles de veces los mimos movimientos («cent fois sur le métier remettez sur vôtre ouvrage»). La magia aparecerá cuanto más orgullo y satisfacción se ponga en la consecución exitosa de la tarea.

Ante este baile peculiar, descubrimos en cada uno , un estilo diferente , el trasluz de la personalidad. Ese cuerpo en movimiento empieza a hablarnos Inconscientes nuestros sentidos aprehenden al vuelo todas las señales que les asaltan. Ese cuerpo que nos habla con sus movimientos, no necesitamos oír sus torpes palabras para captar si está contento, satisfecho o no con lo que ha conseguido, con su «obra», su cuerpo en acción nos lo dice todo.

Ese increíble poder de expresión, innato e inconsciente, es cautivador y nos aprisiona con su elocuencia silenciosa. Percibimos todos sus esfuerzos, su decisión, sentimos su pasión y su desánimo y cansancio ya nos va quitando fuerzas. Hallamos el afán en la vehemencia de los impulsos corpóreos. Nos extenúan sus arrebatos.

Nuestra mirada pasará a ser cómplice de las sensaciones intensamente vivida por otros.

A veces esos cuerpos, tensionan sus musculaturas imanando energía, otras veces el movimiento sutil respirará armonía. En cualquier momento nos abrirá a un mundo de sensaciones, descubriéndonos abismos de fatiga, cúmulo de satisfacciones, de orgullo, de intensidad, de concentración. Emociona la autenticidad del lenguaje corporal del sujeto, «la vibración de las formas».

Todos estos pronunciamientos silenciosos cobran para nosotros un valor estético y conceptual: el de la expresión a través de la esesncialidad inconsciente.


Maitena Servajean 1996

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