Empiezo a escribir estas líneas en una hanx co. modelo 1956. blanca y oro. hoy domingo 22 de febrero de 2015.
Hoy después de algo como 20 años nuestras vidas se volvieron a cruzar.
Estaba Margarita sentada en un poyo de granito, al sol con sus gafas oscuras y su gorro tipo boina, estilo francés o vasco. Tan inimaginable en ciertas personas como previsible en ella.
claro que nos podíamos haber encontrado en otras ocasiones. Suelo ir al Escorial al menos una o dos veces al año. Sin embargo, nunca nos habíamos cruzado como hasta ahora… los misteriosos hilos del destino, o como dicen ahora una cuestión de sincronicidad.
Al ver a esa mujer, me paré casi en seco en medio de esa plazoleta. Me paré, y eché marcha atrás con el coche, bajé la ventanilla y le pregunté desde el coche: ¿eres Margarita?, soy Maitena… ¿qué haces por aquí? -Vivo aquí, nos hemos trasladado y ahora tenemos nuestra casa galería Edurne, en la avenida de la Constitución 52 del Escorial, desde hace cinco años, justo en la calle que viene de la carretera a Galapagar.
-Venimos a pasar el día, pero si te parece, le dije, luego paso a saludaros.
No volvía de mi asombro, lo que yo deseaba desde hacía tiempo se hacía realidad, encontrarme con Margarita de Lucas, y en poco rato más Antonio Navascués y eso más o menos 20 años después de nuestro «fugaz encuentro».
Me acaban de mandar una copia del artículo que les hice cuando cumplieron sus treinta años de historia. O sea que este año la galería Edurne cumple 50 años. En realidad, está claro que hay oficios que no tienen ninguna edad. Cincuenta años hablando de arte y encontrándose con artistas.
A mi acompañante le conté que nos habíamos conocido hacer veinte años, cuando yo colaboraba con la sección de arte del suplemento del famoso diario 16. En un principio yo no buscaba escribir críticas, sino dar a conocer la labor de los galeristas, y acercar el arte contemporáneo a la sociedad y vice versa.
En aquella galería, además de dar a conocer a los artistas que representaban, se creaba un espacio para generar intercambios entre artistas, conversaciones enriquecedoras… algo que tal vez siga existiendo, pero de alguna forma, de espaldas a un sociedad de la inmediatez, tan rápida en todo, y que no tomar el tiempo de cultivarse, de aprender, de desarrollarse, con el esfuerzo que esto conlleva.
¡¡¡50 años!!! ¡¡se dice pronto!!
y un cruce de caminos hace cincuenta años. Unas conversaciones que quedaron en el olvido y de las cuáles no nos acordábamos, sólo nos acordábamos de su buen sabor.
De hecho, el otro día saqué de no se qué cajón su revista Más 2, publicada en febrero 1995, con colaboraciones de Waldo Balart, Elena Asins, Ignacio Castro,Luis Fega, Celia Fuentes, Antón Patiño, José Freixanes, entre muchos otros, además la participación lógicamente de Margarita de Lucas.
Dentro de ese número estaba un artículo mío para el número 3 de su revista Mas, que hablaba de quién defendía el arte moderno, artículo que me imagino no fue publicado nunca… ya que en algún momento de la relación yo me encerré en mi garaje para crear mis esculturas, ya partir de ese momento, como que desaparecí del mundo, durante 1 año.
vuelvo a leerme la editorial de la revista y dice así:
«El otoño pasado, reanudamos en la galería Edurne las tertulias que empezaron en Mayo último con motivo de la exposición de Beuys en el museo Reina Sofía…
El tema que hemos sometido a debate cada miércoles ha girado en trono a cómo continuar justificando el Arte en nuestros días…
Fruto de estas conversaciones apasionadas con estas páginas que configuran el segundo número de esta publicación….»
Esto coincidía con una nueva etapa de la galería que abría nuevamente sus puertas en Justiniano… Ahora 20 años después y desde hace 5, el formato es diferente, aunque en líneas generales sigue la misma línea: «pensar en lo sensible»,Traer el arte y su sentido a un espacio más abierto que, sin duda, el hombre contemporáneo está necesitando», «… Worringer consideraba que las fuentes más profundas de de la creación artísticas eran la ansiedad y el miedo del hombre, su angustia cósmica…», «las percepciones del espíritu van a depender de los niveles de conciencia de cada individuo…», «el exceso de información no ha conseguido sino provocar una ansia de amnesia colectiva.», «La memoria necesita simplificar los acontecimientos, … necesita eliminar lo accesorio para que pueda primar lo esencial!!
20 años más tarde, la sociedad ha evolucionado tantísimo, y sin embargo, ciertos pensamientos no han envejecido.
En estos días la Casa Galería Edurne que festeja su 50 aniversario, nos invita a su exposición en su espacio Galería Edurne Escorial del artista visual Raúl González «6.202.700».
y no, no es el número de la lotería es más bien el frío número de parados del primer trimestre según la encuesta de población activa del primer trimestre 2013, entre los cuáles se encontraba el artista. Es una llamada para asegurarnos que de una forma o de otra nos aseguremos que con nuestro apoyo mutuo, colaboración y participación activa social, no se pierda la dignidad y no se caiga en la pérdida de autoestima total, tan difícil de recuperar. Tal vez por ese mensaje no sea esta una denuncia agresiva, tal vez porque transmite tesón y constancia en la búsqueda de una vida mejor.
Llega Arco, y así nos volvimos a encontrar, gracias al arte, y a ese trabajo que tal vez debiéramos desarrollar constantemente todos, y es el de ser sensible ante la vida para saber valorarla en su justa medida y luchar por que sea mejor cada día.
y si hay un comentario en las notas sobre la exposición que me llaman mucho la atención y que querría subrayar es el siguiente:
Para Raúl González, (nacido en San Lorenzo del Escorial en 1973) el hecho de «trabajar en el mundo empresarial potenció tremendamente la necesidad de expresarse creativamente, perfilando su vocación artística en los escasos ratos libres.»
Empieza Arco, pronto nos volveremos a ver…
Maitena Servajean